martes, 11 de mayo de 2010

Y era siempre lo mismo, haciendo un esfuerzo para no llorar, tragándose las palabras.

Falso: ya lo sabía. Exacto: yo me callé.

No alcanzaría a sospechar qe Soledad estaba besando la nada en su boca, qe antes y después del amor, Soledad seguiría llorando en sueños..

Dime qe lo sientes, qe no te lo explicas pero qe lo sientes ahora qe..

Sí, me qieres ...- dijo ella-. Pero es como si tú también tuvieras miedo de algo, no de qererme pero... No miedo,qizá, más bien ansiedad. Te preocupa lo qe va a venir ahora.

Se sentía demasiado dichosa en ese momento para tolerar qe la menor falla se inmiscuyera en esa hora perfecta y pura en la qe ambos se habían amado sin otro pensamiento qe el de no qerer pensar.

Y sin embargo era más fácil besarlo, c.e.d.e.r a su fuerza, resbalar blandamente bajo la ola del cuerpo qe la ceñía; era más fácil entregarse qe negarle ese asentimiento qe él,perdido otra vez en el placer, olvidaba ya.

Acaso hacia el final del viaje, me devolviera a ese comienzo en el qe yo había esperado como todavía era capaz de esperar.

El recuerdo no era penoso. Todo lo qe había tenido de sórdido como preparación parecia borrarse frente a la cosa misma. La habían engañado,atraído a una trampa estúpida, pero era demasiado inteligente para no comprender qe ella misma había tejido la red.

Fue la última vez qe me tocaste. Así, como siempre,apenas.

Sólo ahí tuvo verdaderamente miedo y alivio al mismo tiempo.

Estabamos seguros de no habernos juzgado nunca, de simplemente haber aceptado qe las cosas se daban así y qe no se podía hacer más de lo qe hicimos. No sé si pensamos entonces en fuerzas como el orgullo, la renuncia, la decepción (...) Es demasiado fácil ahora decirse qe todo pudo depender de una rebeldía instantánea.

Volver a ver cada escena de esa progresión hacia la nada, repetir entre náuseas el instante en qe se habían levantado . . .

No hay comentarios: