lunes, 21 de marzo de 2016

Soy real- dijo. Y se puso a llorar.

¿Real? Adate de aquí.

 




¿Se cierra una gruta? ¿Llega para ella una extraña noche de fulgores que decide guardar celosamente? ¿Se cierra un paisaje? ¿Qué gesto palpita en la desición de una clausura? ¿Quién invetó la tumba como símbolo y realidad de lo que es obvio?
Rostros vacíos en las avenidas, árboles sin hojas, papeles en las zanjas: escrituras de ciudad. ¿Y qué haré si todo esto lo sé de memoria sin haberlo comprendido nunca? Repiten las mismas palabras, las evaporan, las desangran. No quiero saber. No quiero saberme saber.


(...)

Se espera que la lluvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera. Se dice. Por amor al silencio se dicen miserables palabras. Un decir forzoso, forzado, un decir sin salida posible, por amor al silencio, por amor al lenguaje de los cuerpos. Yo hablaba. En mi el lenguaje es siempre un pretexto para el silencio. Es mi manera de expresar mi fatiga inexpresable.


Perras palabras. ¿Cómo han de poder mis gritos determinar una sintaxis? Todo se articula en el cuerpo cuando el cuerpo dice la fuerza inadjetivable de los deseos primitivos.




-Alcancé el maravilloso poder de simpatizar con cualquier cosa que sufrese.
(...)


-Siempre tropiezo con la plegaria de mi infancia.
 (...) 
-

Le dije cuánto había en mi corazón.
-Por eso huyó, ¿verdad? 


Pero a mi noche no la mata ningún sol. 

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2 comentarios:

Anónimo dijo...


Pero a mi noche no la mata ningún sol.

¡Fantastico!

zocaloca dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=biVJgIW8k_o