y perdió entre sal y peñascos
los más tristes ojos del mundo.
Amante, para qué decir tu nombre?
Sólo ella en estos montes
Permanece.
Él es sólo silencio,
En brusca soledad que continúa.
(Hasta hoy respiramos aquél amor herido,
Aquella puñalada del sol en la distancia.)
¿ Quién está besándola ahora?
No es ella. No es él. No son ellos.
Es el viento con la bandera.
Ésta fue la mujer herida:
En la noche de los caminos
Tuvo por sueño una victoria,
Tuvo por abrazo el dolor.
Tuvo por amante una espada.
…. “ a su dolor le pongo nombre, y lo guardo en mi caja oscura…”
Y aquellos ojos que abrieron
Y cerraron todo fulgor
Aquí se quedaron mirando
Cómo iba y venía el olvido
Y cómo el tiempo no volvía:
Sólo soledad sin salida
Y estas rocas de alma terrible
Manchadas por los alcatraces .
¡Ay, compañera, no comprendo!
No tengo ya raíces,
he volado
de oro en oro,
de pluma a polen
sin saber volar,
con alas espaciosas
lentas
sobre
la impaciencia.
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