miércoles, 21 de septiembre de 2011

(..........)¿Qué fue lo primero que se dijeron? No se sabe. Tan sólo se sabe que se comunicaron rápidamente, porque no había tiempo . Se sabe también que sin hablar se pedían. Se pedían con urgencia, intrigados, sorprendidos.

En medio de tanta vaga imposibilidad y de tanto sol, allí estaba la solución para la chica pelirroja. Y en medio de tantas calles para ser trotadas, de tantos perros más grandes, de tantos desagües secos, allá estaba una chica como si fuera carne de su pelirroja carne. Se miraban profundos, entregados, ausentes de Grajaú. Un instante más y el sueño suspendido se rompería, cediendo tal vez a la gravedad con que se pedían.

Pero ambos estaban comprometidos.

Ella, con su infancia imposible, el centro de la inocencia que solamente se abriría cuando fuera una mujer. Él, con su naturaleza aprisionada.

La dueña estaba impaciente bajo la sombrilla. El basset pelirrojo finalmente se desprendió de la chica y salió sonámbulo. Ella quedó perpleja, con el acontecimiento en las manos, en una mudez que ni su padre ni su madre comprenderían. Lo acompañó con los ojos negros que apenas creían, doblada sobre el monedero y las rodillas, hasta verlo doblar la otra esquina.

Pero él fue más fuerte que ella. Ni una sola vez miró hacia atrás.

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