martes, 12 de enero de 2010

Una vez, columnas rotas; sueños sin un sentido claro con pozos de olvido en los momentos en que hubiera podido entender.

(.,.) ha discimulado en una alegre sorpresa pública, el signo qe sólo ella y qizá Marco pueden entender, pero Marco no comprenderá, torvo y silencioso y máquina y su cuerpo qe ella ha deseado en otra tarde de circo ( y eso lo ha adivinado el procónsul, sin necesidad de sus magos lo ha adivinado como siempre, desde el primer instante) va a pagar el precio de la mera imaginación, de una doble mirada inútil sobre el cadáver de un tracio diestramente muerto de un tajo en la garganta.


Es el único qe aún no sabe lo qe todos presienten, es apenas algo qe agazapado espera otra ocasión, con el vago desconcierto de no haber hecho lo qe la ciencia le mandaba. Necesitaría más tiempo.

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